Una Experiencia Impactante
- Sarita Esses
- 26 feb 2014
- 2 Min. de lectura
El año pasado tuve la oportunidad de realizar un viaje que, cada persona que tiene las posibilidades, debería hacer una vez en su vida. Fui a Polonia como parte de la primera delegación panameña de adultos a la Marcha de la Vida.

Es conocido por todos las atrocidades que se cometieron en la II Guerra Mundial, una época nefasta para la raza humana. Pero uno no puede imaginar en verdad la magnitud del horror, hasta no pisar un campo de concentración como el infame Auschwitz.
Lo primero que salta a la vista son los rieles del tren, que con solo verlos, se te eriza la piel. Más de un millón de víctimas fueron trasladadas a Auschwitz desde los confines europeos, en vagones de ganado, hacinados, apretados y sin ventilación ni comida, a una muerte certera casi en su totalidad.
Ver las barracas heladas, las letrinas, las montañas de zapatos, cabello, ropa y posesiones usurpadas a los judíos, las cámaras de gas y crematorios, fue una experiencia impactante y estremecedora, que me permitió apreciar los extremos en que pueden desembocar el odio y la intolerancia. Pero del mismo modo, estar ahí reunida con más de 12,000 personas de todo el mundo, de diferentes fes y procedencias, unidos con un propósito común, fue reconfortante y esperanzador.
Este año, para conmemorar el Día del Holocausto y el Heroísmo, se va a poner en escena en el Teatro Nacional la función de danza contemporánea Las mariposas ya no viven aquí, dirigida por el coreógrafo español Fernando Hurtado. Más de 60 personas, sin distinción de credo ni raza, forman parte del elenco de esta presentación, con el objetivo de mandar un mensaje alto y claro de fraternidad y tolerancia.
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