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El Girasol

  • Foto del escritor: Sarita Esses
    Sarita Esses
  • 23 abr 2020
  • 2 Min. de lectura

Los grupos de Whatsapp nunca han estado tan

activados como ahora. Chatear es la forma de socializar en tiempos de

cuarentena. Pero soy parte de tantos grupos, tan diversos, que hay algunos en

los que paso como el aire: estoy, pero no me veo.

Solo abro memes. Los audios me los salto en

garrocha, y los videos ni hablar. ¡Es que saturan mi celular! Pero a veces

encuentro cosas que me alegran el día, o hasta mejor: me iluminan la vida.



Lo cual me parece genial. Mis últimos cuatro escritos para esta columna han tratado de la pandemia y sus secuelas, y la semana pasada me dije: “Yaaaaaaa. Bastaaaa. No quiero saber, evaluar, analizar ni escribir más nada del tema”. Pero se me dificulta hablar de otra cosa, primero, porque estoy encerrada en mi casa y no he tenido la interacción conduciva a inspirarme en algo más, y segundo, porque, a pesar de que el sentido del humor es indispensable para enfrentar cualquier dificultad, me parece insensible o fuera de orden hablar de las boberías que me ocurren, en un momento progresivamente crítico para tantos. Espero que la cuarentena se acabe pronto.Pero hace unos días, mi amiga Lynda compartió en nuestro chat de Amigas-Pelaas, emoji con la lengua afuera, el video de un girasol que floreció en su patio. Se le escuchaba la voz emocionada mientras

filmaba el hermoso tallo. “Es mi regalito de la cuarentena”, exclamaba del

inesperado brote.



Al ver el video, yo escribí que esas son

sorpresitas que D-s nos manda para subirnos el ánimo. Mi amiga Sarita le dijo

que aprovechara para corroborar si es cierto que los girasoles se mueven con el

sol. Alguien más preguntó que a qué se refería, y ella explicó que esa es la

particularidad que le da su curioso nombre a la flor. “A mediodía supuestamente

debe mirar hacia arriba”, concluyó mi tocaya.



De último llegó Tammy, que como la tremenda

sicóloga que es, tiene una forma magistral de interpretar la vida y todo lo que

sucede en ella, pero esta vez hasta yo me impresioné: “Los girasoles son un

ejemplo de cómo nos debemos comportar: siempre buscando la luz”. Oh, wow.

Cuánta sabiduría en una sola frase.



Con pandemia o sin pandemia, la vida, hermosa,

nos manda pistas e instrucciones de cómo sortearla, disfrutarla y aprovecharla.

Y si tenemos suerte, buenas amigas para interpretarlas.


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