Sueños en pausa
- Sarita Esses
- 30 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Supuse que esto pasaría, pero cuando leí el
comunicado oficial, me dolió igual. La Feria del Libro de este año quedó
cancelada por culpa de la pandemia, y con eso, mi sueño de presentar ahí mi
primer libro se escapó por la ventana.

A pesar de ser temido, el Covid-19 es un virus
con moral: no discrimina y promulga igualdad. Le puede dar a cualquiera y sus consecuencias
alcanzan a todos.
No hay una persona en el planeta que no haya
tenido que cancelar, modificar o posponer sus planes. Un amigo me cuenta que su
hijo dejó la piel estudiando en una prestigiosa universidad, y ahora que culminó la carrera, no habrá
ceremonia de graduación en el cual saborear ese triunfo. Otra amiga está
preocupada, pues se aproxima la boda de su hija, y no sabe cómo, dónde ni si
los abuelos podrán asistir. La mayoría de las personas desconoce el futuro de
sus empresas, sin mencionar todas aquellas que no saben siquiera si tendrán un
trabajo al cual regresar. La vida de todos ha cambiado. En medio de esta
pandemia, ya no se nace ni se muere igual.
Y flotando en esta marea de incertidumbre,
también estoy yo, con las llantas de mi sueño pinchadas. Por semanas siguió
rodando como pudo, pero con el comunicado de la Cámara Panameña del Libro, finalmente
se detuvo.
El año pasado di el primer paso hacia el punto
en el horizonte en el que tenía la mirada puesta, un punto que se había ido
moviendo. La idea de publicar un libro era algo que eventualmente pensaba
hacer, pero ‘eventualmente’ es una fecha resbalosa que se va filtrando entre
las grietas de un año al otro. Sin embargo, caminando entre los millares de
libros e incontables puestos en la feria del año pasado, decidí lo que ya tenía
semanas evaluando: en 2020 sería yo quien estaría firmando libros felizmente en
un stand.
Mi fecha original para entregar todo el
material a la casa editorial era el 15 de marzo pasado, pero el odioso coronavirus
tenía que llegar a trastocar mis planes y los del resto de la humanidad. Tras
meses de editar, corregir y crear, entregué todo para toparme con negocios
cerrados y planes truncados. No hay absolutos en la vida, pero jamás hubiera
creído que una pandemia sería la responsable de este caos.
No debería lamentarme, pensaba, habiendo
tantas otras personas enfrentando mayores dificultades que un lanzamiento
alterado. ¿Pero saben qué? Este es mi sueño, y vale igual que el de todos.
No habrá Feria del Libro, pero llegado el
momento en que se alcen las cortinas y empiece la siguiente parte de esta
función, estaré lista para retomar, reanudar y disfrutar mis proyectos. Entre
tantas lecciones que ha dejado el coronavirus, está valorar lo que cuenta, y
despreocuparse de lo que no. Adaptarse a los cambios, sin fingir que no nos
afectan.
Dentro de poco, cuando imprima el libro, no
firmaré ejemplares ni me tomaré fotos en un stand. Pero con el favor de D-s,
tendré la satisfacción de haberlo publicado. Tal vez mi rostro estará cubierto
por una mascarilla, pero atrás mi sonrisa brillará igual.
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