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Más difícil que adelgazar

  • Foto del escritor: Sarita Esses
    Sarita Esses
  • 6 nov 2014
  • 2 Min. de lectura

Las personas con algunas libras de más piensan que no hay nada más difícil que adelgazar. No quiero ser portadora de malas noticias, pero les voy a decir la verdad: ¡no engordar de nuevo es cien veces peor!

Sé de lo que estoy hablando porque si sumo todo lo que he adelgazado y engordado de vuelta a lo largo de mi vida, probablemente son como 200 libras. Voy a sacar el cálculo: Si son 2 libras por mes, son 24 al año, o sea que 240 en un lapso de 10 años y 480 en 20 años. ¡Recontra!


En ese lapso he probado todas las dietas habidas y por haber (y algunos otros métodos bastante inortodoxos). Una vez cuando tenía como 15 años mi mamá incluso me tiró sus cigarrillos y me gritó "Si fumar adelgaza, ¡fuma, fuma!" (tal era su estigma de tener una hija gordita... otro día les echo el cuento completo). Pero justo cuando terminas la dieta, y juras que cruzaste la línea de meta, ¡te das cuenta que el desafío apenas empieza!


La cosa va así. Empiezas la dieta motivada, con ganas, dispuesta a tolerar lo que sea para lograr tu objetivo. En el camino descubres las bondades del pan integral en todas sus manifestaciones: con queso blanco, con tuna, con pollo, con queso amarillo, etc. y tomas suficiente soda de dieta como para llenar una piscina. Si tienes voluntad y suerte, logras tu cometido. Pero lo cierto es que todo ese esfuerzo fue por un tiempo definido. Ahora te toca cerrar la boca a LARGO PLAZO. Y seamos honestos: comer es rico, por lo que esto se convierte en algo así como una cadena perpetua. Hay que ser realistas: el pollo hervido, al vapor, a la plancha, entero o desmenuzado nunca va a ser más rico que unos strips de pollo rebozados y apanados.


Lo peor es que si adelgazaste, ahora sientes la presión adicional de lidiar con el escrutinio de los demás. Si vas a comerte una barra de Snickers, mejor escóndete, antes que empiecen los comentarios de “¿Y eso en qué parte de la dieta está?”, o peor, aún, las miradas lastimosas de “Pobre, es cuestión de tiempo antes que se engorde de nuevo”.


¿Qué se va a hacer? Nuestras vidas giran en torno a la comida. Por lo menos en mi oficina, la gente vive pendiente de la hora del almuerzo. En mi casa, atentos a la hora de la cena. Cuando hay ocasiones felices, celebramos con un cake. Cuando estamos enfermos nos curamos a punta de sopa. Ah, y por supuesto, cuando estamos tristes ahogamos nuestras penas con helado (o chocolates, dulces o muffins…).


En fin, hay comida en todo y para todo. Es un tira y jala que hay que saber llevar. ¡Buena suerte con eso!


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