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En un guiño

  • Foto del escritor: Sarita Esses
    Sarita Esses
  • 16 mar 2015
  • 1 Min. de lectura

Un lunes, hace unas semanas, estaba manejando camino a la oficina, y quedé boquiabierta al ver el hermoso y florido guayacán que estaba una cuadra antes de llegar.

No me recordaba de haberlo visto antes, por lo que pienso que de seguro floreció durante el fin de semana. Como andaba apurada, pasé de largo.


Al día siguiente, cuando pasé nuevamente, vi cómo caían las flores. Caían meciéndose suavemente. Parecía que estaban nevando flores que aterrizaban al pie del guayacán. En ese momento me dieron ganas de filmarlo, pero de nuevo pasé de largo.



Pero llego el miércoles y me encuentro con esto. Las ramas desnudas, sin una sola flor. Y las flores que tan solo un día antes parecían una alfombra amarilla al pie del árbol, se habían convertido en una montañita marchita y consumida en el suelo.


Algo tan lleno de vida y vibrante pasó a ser nada en tan solo 48 horas…


El tiempo pasa muy rápido. A veces debemos frenar un poco y apreciar las cosas hermosas que están en nuestro camino, porque en un guiño se van.

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